Reto de escritura: perfilando a un personaje | Letras de Tania

¡Hola, queridos lectores!

Sé que los he tenido un poco abandonados estas últimas dos semanas, pero como les comenté en mi publicación anterior, no han sido buenos tiempos de este lado. Primero la enfermedad que me tuvo en reposo varios días, y después los tiempos a la espera de que mejore un familiar muy querido que en estos momentos se encuentra hospitalizado. Esto, junto con la crisis familiar que ha traído, ha hecho que me resulte muy difícil darme el tiempo de sentarme a escribir con calma, cuando todo en mi cabeza se desordena y solo piensa en caerse sin pensar en nada. Como verán, es algo complicado.  

Sin embargo, esta semana puedo traerles algo que había escrito hace tiempo, al menos en lo que busco la manera de retomar mi rutina bloguera

¡Aquí vamos!

Como parte de una dinámica en un foro, a mí y a otros escritores nos pidieron desarrollar un personaje que fuera una especie de "amigo imaginario" compuesto de contrapartes: muy bello y con una personalidad malvada, o de carácter bueno pero apariencia algo grotesca. Les comparto con mucho gusto el resultado de este ejercicio. 


Bajo la sombra de Shaab

Shaab es su nombre o, al menos, la forma en la que lo llamo desde siempre. No sé si sea el nombre con el que nació ni si sea el verdadero, pero por la mirada que me lanza cada que lo digo, parece gustarle.

Mi amigo es algo extraño. Yo no creo que sea humano, pero poco importa cuando se trata de un ser imaginario que acompaña mis pasos. Además de tener un tono de piel fuera de lo común, parece que posee varias deformaciones de nacimiento. Se mueve de manera lenta y, aunque a veces gesticula de manera discreta, no puede ocultar el dolor con el que carga desde siempre. ¿Cuál es la fuente de su dolor? Sólo él lo sabe, porque no dice mucho. 

Tal vez por eso comenzó a venir. Tal vez por ello haya decidido vivir en mi cabeza.

Shaab es grande. Mucho muy grande. Cuando se pone de pie, puede medir lo mismo que un gran roble si así lo desea. Por ello cuando salimos a caminar, jugamos a que me oculto bajo su sombra, el único lugar en el que se le dificulta encontrarme. Cualquier otro sitio es sencillo de localizar para él, ya que goza de unos ojos completamente negros que le facilitan el trabajo, aún cuando esté buscando algo demasiado pequeño y a muchos kilómetros. Nada se le escaparía si se propusiera cazar porque, aunque es enorme y lento la mayoría del tiempo, es increíblemente astuto y tiene una voracidad infalible. No sé qué coma cuando no está conmigo, pero prefiero no preguntar porque, cuando vuelve de algún paseo, tiene la expresión de un animal que estuvo en completo frenesí, y que ahora encuentra saciado su instinto.

Podrá ser todo lo raro que se les pueda llegar a ocurrir, pero cuando se trata de su forma de ser... es el ser más dulce. Amable, tranquilo, y con un sentido del respeto y la lealtad que nunca he podido ver en ninguna persona. Aunque tiene miedo de ser visto, desde los rincones observa, escucha, aconseja y contribuye.

Shaab es detallista. Recuerda todo lo que me ha pasado, o al menos hace un esfuerzo. Siempre tiene algo bueno que decir, y encuentra las palabras adecuadas para subirme el ánimo. Introvertido como es, y temeroso de lo que las personas puedan decir sobre su multiforme apariencia, se esconde durante el día y solo sale durante la noche, cuando da más miedo a todo el mundo. Me ha dicho que gusta mucho ir al cine a ver películas de terror y drama, y a menudo lo acompaño e invito las palomitas.

Eso sí: tal pareciera que mientras más me duelen los golpes de la vida, más dolor físico parece sentir él, como si mis ruinas emocionales le afectaran directamente en el cuerpo. Como si estuviéramos conectados por una especie de lazo sensorial. Él huye dentro de mí y a veces ha legado a desaparecer cuando la realidad es demasiado cruda, como si esas heridas que me llegaran a mí le afectaran tanto que no puede levantarse del lugar en el que duerme, y por lo tanto soy incapaz de contemplar su silueta cuando más lo necesito. En aquellos momentos mientras más lo llamo, más se esconde. Sólo puedo saber dónde está por los lamentos que llegan, casi en un susurro...

Es extraño, creer que un ser así de inquietante pueda llegar a entenderme de la manera en la que creo que lo hace. Pero supongo que su presencia y su compañía no son algo que deba ponerme a teorizar. No quisiera llegar a un punto en el que crea que me molesta su presencia y se aleje. Lo extrañaría demasiado.

Justo ahora está ahí, sentado a la orilla de la cama, acariciando suavemente la orejita de un muñeco de felpa. Lo mira y a veces me mira mientras escribo esto, como si se preguntara el por qué lo escribo, el por qué decidí ponerme a relatar un poco de él por primera vez.

Lo miro de reojo y sonrío porque pienso en que algo así de bonito definitivamente merece ser compartido. Planeo leerle este texto para que sepa lo mucho que valoro su compañía, y pedirle que nunca se aleje.

.   .   .

Cuando terminé este ejercicio de inmediato pensé en traerlo al blog, y espero que con el tiempo Shaab tenga un espacio su propia historia. Sin duda lo merece. 

Espero que les haya gustado este fragmento sabatino de letras. Como siempre, les agradezco mucho que compartan las publicaciones. ¡Cada día llegamos más lejos! ¡Qué emoción!

Si te gustó este ejercicio de escritura, te invito a leer los demás que he dejado en este blog haciendo click AQUÍ. También puedes seguirlo a través de sus redes sociales.


¡Muchas gracias por leer, por compartir conmigo este momento, por estar aquí!

¡Nos leemos pronto!


Tania S.

Comentarios